Desde mi experiencia personal y como psicologa
*Contiene descripciones graficas de acoso sexual callejero
También disponible en inglés aquí http://mindmatterspsy.on-forge.com/how-does-street-harassment-affect-womens-mental-health/

¿¿Qué es un trauma?
El DSM V define trauma como exposición a muerte real o amenazada, lesiones graves o violencia sexual. Julio Perrotta amplia esta definición y describe como trauma a como aquellos eventos que generan impotencia y vulnerabilidad, causando niveles de estrés tan severos que amenazan la integridad del equilibrio psicofísico de la persona. Tomando como referencia ambas podemos considerar que eventos como la pérdida de un ser querido, la pérdida de trabajo, y cualquier otro evento que se considere amenazante al bienestar puede ser considerado como trauma. Si nos regimos únicamente por la segunda definición entonces surge la duda de ¿cuál es la diferencia entre trauma y adversidad?
La diferencia podría estar en las consecuencias psicosociales en la persona después del evento. ¿Qué tanto cambian los pensamientos, emociones, síntomas físicos y comportamentales después del evento? Al estar el acoso callejero tan normalizado, hemos en algún momento pensado ¿puede ser el acoso callejero un evento traumático? En este post argumentaré desde mi historia, que el acoso callejero puede ser percibido por muchas mujeres como un evento traumático y que por ende trae consecuencias a la salud mental y bienestar.

La noche del 10 de diciembre 2022
Vivo actualmente en Budapest, Hungría, una ciudad en la que siempre me ha sentido segura, muchas veces ha regresado sola a casa en la madrugada sin ningún problema. He vivido cinco años aquí, y solo un par de veces me topado con hombres que me han seguido o me dicho algo incómodo en la calle, por eso a pesar de caminar en calles desoladas no tenía miedo de andar sola. Vengo de un país en el cual regresará a las tres de la mañana sola es casi una sentencia de muerte, las cifras de feminicidios y violencia sexual en ecuador son muy altas, por lo que el pensamiento de “pero no fue tan malo lo que te pasó, las mujeres en tu país están expuestas a más peligros” surge en un intento de negar que lo que viví fue un evento traumático y por ende negar el impacto que tuvo en mi.
La noche del 10 de diciembre o más específicamente en la madrugada del 11 de diciembre, a las 3 de la mañana regresaba a mi casa después de haber estado en el cumpleaños de una amiga. Era un día de invierno y ese día llovía, así que yo iba con mi paraguas y mi abrigo largo de invierno y con la capucha cubriéndome la cabeza.
De la parada del bus a mi casa son tal vez siete minutos caminando, no sé en qué momento mi agresor empezó a seguirme, cuando ya estaba en la calle de mi casa, escuché que alguien hablaba en húngaro detrás mío, pero no presté atención creí que no era conmigo, este hombre alcanzarme y empezar a caminar a mi lado, me seguía hablando, yo moví la cabeza que no entendía y seguí caminando. Él siguió insistiendo y le dije en húngaro que no habló húngaro, ante esto vi como hacia el esfuerzo de traducirme lo que quería decir al inglés, ante esto me detuve porque mi pensamiento fue “si se esfuerza por decírmelo en inglés, tal vez necesita mi ayuda”.
El hombre me dijo algo que no entendí, así que le dije que lo sintió pero que no entendía y empezó a seguir caminado, pero él siguió caminando a mi lado, y me dijo “ten sexo conmigo”, me pareció tan chocante que creo que volví a parar, recuerdo haberle dicho no, y seguir caminando, pero él siguió caminando a mi lado, insistiéndome.
A este punto los recuerdos se empiezan a volver difusos, sé que me seguía insistiendo que yo le decía no y en un momento sin que yo me lo esperara me agarró los senos y aun así no se iba, ante esto me llené de una sensación de ira que no había experimentado antes, ahora entiendo que fue la respuesta de pelea o huida de mi cuerpo ante la amenaza.
Le pegué con el paraguas que era lo único que tenía en mano y lo sostuve como barrera entre él y yo, por si quería volver a acercarse, le grité que se fuera, que me dejara en paz, pero aun así no se iba, yo quería seguir golpeándolo con el paraguas, pero me detuve porque dos escenarios se produjeron a mi mente. Si le sigo pegando, se enojará más y me puede seguir atacándome o si lo llego a lastimar, él es el que me puede denunciar puesto que él tiene la evidencia de la agresión y yo no, y al ser una mujer extranjera, no húngara de un país “tercermundista” yo tengo las de perder.
Pasaron varios minutos y al fin desistí y se fue insultándome, yo avancé rápidamente a casa y ahí me di cuenta lo mucho que estaba temblado, ese día lloré hasta quedarme dormida. Al día siguiente no podía salir de la cama, mi cuerpo se sentía completamente desgastado, una respuesta normal cuando se activa la respuesta huida o pelea.

Las secuelas del ataque
Los siguientes días transcurrieron, pero la sensación de inseguridad no se volvió a ir. Justo una semana después de salir de una cena con amigas, a las 11:30 de la noche, me di cuenta de lo fácil que me sobresaltaba.
Había un grupo de hombres borrachos en el tranvía y no podía evitar pensar “se me van a acercar, me van a decir algo”, empezó a pensar que me podría seguir, no fue así, claramente era solo mi mente, pero al ir caminando y seguir encontrándome con hombres con abrigos oscuros parecidos a lo que él usaba, me fue inevitable continuar pensando “y si vuelve”, “y si me lo vuelvo a topar”, “a lo mejor y vio donde entré”, “a lo mejor vuelve por más” y con todos esos pensamientos en mi cabeza fue inevitable que la respuesta de huida o pelea se active de nuevo y comenzó a sentir como mis niveles de ansiedad subían a tal punto que comenzó a ser difícil respirar y comenzó a disociarme, tuve que decirme a mí mismo varias veces “pronto estarás en casa, estás a solo dos minutos” para poder calmarme, me concentré en respirar y en caminar más rápido casi al punto de correr y apenas llegué a casa, volví a llorar.
Y al día siguiente de nueva la sensación de cansancio, pero también una sensación de derrota, de que él estaba ganando si yo desde ahora vivo con miedo de salir sola, y esa fue la razón por la cual no quería quedarme encerrada, porque sé que la evitación solo incrementa la ansiedad, pero era evidente muy pronto para mi andar sola por las noches en la calle. Las siguientes semanas transcurrieron de manera “normal”, pero ahora vuelvo atrás y me doy cuenta de que evidentemente estaba experimentando los síntomas de reacción a estrés agudo de acuerdo con el DSM V.
Algunos de los síntomas que experimenté eran que las imágenes y las sensaciones de lo que me pasó se vinieron a mi mente de manera repentina, y revivía todo lo que sentí, era difícil concentrarme, a veces solo quería llorar, no dormía bien, o tensaba la mandíbula mientras dormía (bruxismo), me sobresaltaba fácilmente y si ya veía que oscurecía (a las 4pm por invierno) pensaba “no, ya está oscuro mejor no salgo”.
Había varios pensamientos en mi mente, pero los más frecuentes eran “y si me lo vuelvo a encontrar”, “y si regresa por mi” pero también era una extraña sensación de culpa. No sentí culpa de haber caminado sola a las 3 de la mañana, es mi derecho de transitar por donde yo quiera y cuando quiera, pero sentí culpa de que me estaba costado enfrentar este evento sabiendo que no soy la primera ni la última, que hay mujeres en mi vida que han vivido casos de acoso y violencia sexual mucho más fuertes, y que esa es una realidad para las mujeres de mi país de manera diaria, pensé que tal vez estaba haciendo “drama” por nada, que debería manejar esto sola y que con el tiempo el miedo se iría disminuyendo.
Lo que necesitaba era reconocer que lo que viví fue traumático para mí, que desarrollé una reacción de estrés agudo y que hasta cuatro semanas después de lo que pasó no estuve bien. Reconocer que me sentí enojada y con miedo de que vuelva a suceder, pero también en el miedo de lo gran vulnerable que me sentí al darme cuenta de que si ese hombre hubiera querido violarme o matarme en ese mismo momento nada lo hubiera detenido.

¿Cómo impacta el acoso callejero a la salud mental de las mujeres?
El primer paso que me ayudó a mí fue reconocer que fue un evento traumático, lo segundo fue encontrar estudios que efectivamente han encontrado que el acoso callejero y otros tipos de acosos como laboral y escolar están asociados con síntomas de estrés post traumático. Reconocer que miles de mujeres han experimentado síntomas parecidos a los míos me ayudaron a sentir mi experiencia como ya entender válido lo que me pasaba, sobre todo a reducir la culpa.
El acoso callejero es considerado como un tipo de victimizacion sexual y por fin cumple con la definición de trauma del DSM V. También se ha encontrado que la presencia de sentimientos de culpa vergüenza, y la percepción de la posibilidad de una violación en las víctimas pueden contribuir a desencadenar síntomas de estrés agudo que luego pueden convertirse en un trastorno por estrés postraumático.
Pensamientos como “no debí caminar sola por ahí”, “no debí haber usado eso” “no debí haberme detenido” pueden ser pensamientos comunes en las mujeres que han sufrido ataques, desde una perspectiva que pone la responsabilidad en la víctima.
Otra forma de identificar si la experiencia se vio como un evento traumático, es si hay cambios en la persona en la forma de verso a si mismo, a los demas ya otros. Ver al mundo como “un lugar inseguro” o verse a sí misma como “dañada o sucia” creencias que pueden afectar las relaciones interpersonales y como se desenvuelve la persona en distintas áreas de su vida.
Los estudios también mencionan que es frecuente que las mujeres después del suceso eviten lugares o situaciones parecidas a las del evento, como caminar por calles, cambiar su vestimenta, portar algún tipo de arma de autodefensa, o pedir acompañar a otra persona, compartir ubicación en tiempo real, todos estos son considerados comportamientos de seguridad, precauciones que la persona toma para reducir los niveles de ansiedad y que se le atribuye puede evitar o reducir la probabilidad de que el escenario o evento temido preven.
Como habrán reconocido todas las mujeres solemos tomar “estas precauciones” si caminamos solas especialmente en la noche, nos ayuda a sentirnos más segura pero también tiene el riesgo de que si un día no los seguimos y coincide que el evento temido ocurre, ahí es cuando la culpa y verguenza surge. Cuando la culpa y la vergüenza deberían estar en el agresor.
¿Qué podemos hacer cuando hemos sido víctimas de acoso y sentimos que nos sigue evolucionando?
- Reconocer si tenemos algunos de los síntomas mencionados
- Contar lo sucedido a personas de confianza
- Reconocer que pensamientos vienen a nuestra mente, ¿serán basados en la realidad o es el miedo y/o trauma hablando?
- Realice ejercicios de respiración o atención plena cuando sienta que nuestros niveles de ansiedad van subiendo
- Intentar autoafirmaciones como la siguiente “Estoy a salvo, estoy a salvo en este momento, esto solo es un recuerdo” “Esta imagen solo fue un recuerdo, ahora estoy a salvo”
- Los ejercicios de atención plena y las autoafirmaciones nos ayudan a regresar nuestro mente al presente, y recobrar el sentido de seguridad.
- Recuerda acudir a tu red de apoyo ya realizar actividades que te gusten o te causen placer
- Si los síntomas persiguen más de un mes y considera que están deteriorados tu funcionamiento en distintas áreas de tu vida acude a un profesional en psicología

¿Cómo estoy actualmente?
Aún es difícil para mí caminar en las noches sola, me sobresalto fácilmente, pero los niveles de ansiedad han bajado, y ya no experimente las imágenes intrusivas como antes, sé que tomará tiempo que el miedo se reducirá más. Y como psicóloga, sé que si los síntomas persisten debo asistir a una consulta psicológica.
Sin embargo, cuando pienso en Budapest y en el mundo en general surge un pensamiento “ninguna ciudad es completamente segura para una mujer” y sé que es resultado del trauma, puesto que antes veía a Budapest y Europa en general como segura, es un pensamiento que tal vez no está tan alejado de la realidad por eso me tomará tiempo debatirlo, pero por ahora regirá mi vida, y me hará “más precavida”. Por ahora tendré que recurrir a comportamientos de seguridad como cargar un gas pimienta, o pedir a alguien que me acompañe si ya siento que es muy tarde, pero no quiero que ese pensamiento dirija mi vida para siempre.
Quiero volver a disfrutar de caminar y perderme en una ciudad que amo y que es especialmente hermosa en la noche, por ahora no me es posible, pero sé que eventualmente podré de nuevo caminar sin miedo alado del Danubio en la noche. Hoy me quito la culpa y la vergüenza, nuestros agresores son los que convertirán cargarlas, no nosotras.
Si te ha sucedido algo similar o has experimentado otros tipos de violencia, si quieres compartir tu historia, contáctame, hablemos. ¡No estás sola!
Referenciaías
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